Antes de iniciar el relato os voy a pedir disculpas por tardar tanto en publicar, tengo muchos discos pendientes por cargar pero me ha faltado el ánimo para hacerlo no os preocupéis tengo pensado a partir del día 27 empezar a subir otra vez.
Este relato es una continuación de uno que hice hace tiempo llamado venganza y ya os digo que es una segunda parte qué habrá continuación solo espero que os guste y pido disculpas disculpas por los errores que puede haber en el.
Habían pasado años desde que Ángel acabará con la vida de su hermano y partiera en busca de una vida más feliz.
El día de su marcha había entrado por última vez en la habitación de su hermano y en una mesa había encontrado un libro escrito con su letra. La curiosidad guió su mano y empezó a leerlo. Era su diario. A pesar de que sabía que no estaba bien leerlo fue incapaz de resistir la tentación. Pero lo que leyo confirmo sus sospechas de porque su hermano le daba tantas palizas, tenía celos de él. Los había tenido desde el momento en que nació porque consideraba que sus padres no los querían igual, que a él lo despreciaban y por eso golpeaba a su hermano pequeño una y otra vez. Después de leer esto, Ángel salió de la casa y se puso en camino hacia su nueva vida. Durante todos esos años son sus padres más de una vez pero sabía que después de lo que había hecho no podría volver porque no lo aceptarían como hijo. Desempeño muchos trabajos ayudante herrero, limpio cuadras, sirvió a en casa de algún noble e incluso estuvo a punto de enrolarse al servicio del rey pero finalmente encontró un trabajo estable ayudando a un comerciante. Vendían todo tipo de ropajes a las personas más acaudalados, al clero o incluso a la corte.
Con el tiempo el comerciante se fue haciendo más y más viejo y tras su muerte, Ángel paso a ser el dueño del negocio. Consiguió hacerse con una pequeña fortuna que le permitía llevar una vida más digna e incluso encontró una esposa.
Para el no había nadie más importante en el mundo que Miriam y creía que la felicidad que ella le daba compensaba con creces todo el padecimiento anterior. Está felicidad sería aumentada cuándo nacieron sus dos hijos John y Sara. Sus sonrisas llenaban toda la casa de alegría y su padre sonreía con dicha mientras los veía jugar.
Pero esa felicidad no sería eterna.
Corría el año 1348 y la peste negra estaba diezmando a la población europea. Su principal forma de contagio eran las picaduras de las pulgas. Como comerciante de ropa enseguida se vio afectado económicamente porque se consideraba que los tejidos eran un peligro. En más de una ciudad solo se le permitía entrar después de deshacerse sus ropas y ponerse otras que se consideraban más seguras.
Pero la Muerte Negra no era un enemigo fácil de vencer.
Los que aparecían sufrían de fiebres, dolor de cabeza, escalofríos, hinchazón y dolor de ganglios linfáticos zonales que normalmente solían ser los axilares, cervicales y los de las inglés. También se desarrollaban trombos en determinadas zonas de la piel que tenían un tono azulado o negro.
Ángel y su familia habían tenido la suerte de no contagiarse hasta el día en que su hija Sara empezó a presentar los síntomas. El médico intento paliar la enfermedad pero el fatal desenlace fue inevitable. La familia se sumió en un profundo pesar y tuvieron que quemar su cuerpo. La casa se quedó sin risas, John no quería jugar y Miriam se sumió en un estado de trance del que nadie era capaz de hacerla salir, se negaba a comer o a salir de su cuarto. Ángel a duras penas se mantenía en pie, solo por la fuerza de voluntad de sacar adelante a su familia. Tuvo que buscar una nueva forma de ganarse la vida. Después de probar varios oficios, un hombre le ofreció una gran cantidad de dinero a cambio de que cumpliera ciertos encargos para el al principio no le suponía ningún problema cumplir con ellos se encargaba de enviar mensajes, de escoltarlo cuando salía a la calle o lo ayudaba en algunos asuntos de sus tierras.
Podía permitirse al mismo tiempo ocuparse de su hogar. Poco a poco consiguió que su mujer volviera a ser en cierto modo la que era y que su hijo volviese a sonreír, que empezará incluso a recibir una buena educación ya que sus honorarios así lo permitían. Se cambiaron de casa a una más espaciosa y cercana a la de su amo.
La antigua casa era pequeña, con poca iluminación natural, los animales vivían pegados a la pared de la cocina y el olor se colaba por todos los lados.
En la nueva había más ventanas, los cuartos más amplios y los animales estaban apartados. Procuraban limpiarla todo lo que era posible y tomar las medidas que fueran necesarias para que la peste no volviera a aparecer en sus vidas. Habían visto como algunos barrios de la ciudad fueron prácticamente sellados en un intento de que la plaga no se extendiera los demás. Mientras, los encargos que Ángel cumplía comenzaron a volverse diferentes.
Una noche fue llamado a casa de su amo cerca de la medianoche, hecho que le resultó extraño porque normalmente recibía órdenes como esa por la mañana o a primera hora de la tarde, pero si se le requería esa hora supuso que era un asunto urgente.
Se dirigió hacia el estudio como siempre y al llegar tomo asiento.
- Se que te extrañará he llamado ahora hasta me extrañas pero era necesario - le dijo su amo.
- ¿Qué ocurre mi señor? - le preguntó.
- Tengo un encargo para ti uno te puede que te sea difícil de realizar - le dijo el amo.
- Nunca he tenido problemas en realizar sus encargos mi señor ¿porque este debería costarme más? - dijo extrañado.
- Porque te voy a pedir que mates a alguien - le dijo sin vacilar el amo.
Ángel se puso nervioso al oír esto pero aún así decidió arriesgarse a hacer la pregunta que le rondaba por la mente.
- ¿Puedo saber por qué me pide que mate?.
- Claro que puedes y si me lo permites te voy a contar todos los motivos, todos los porques en definitiva, toda la historia ¿listo para oírla? - obtuvo como respuesta.
